A partir de los cinco años, es cuando el dibujo se convierte en una
herramienta de gran utilidad en la evaluación psicológica de los niños.
Acompañándolo de preguntas simples acerca de algunos de los aspectos
dibujados, nos proporciona información valiosísima y el niño lo vive de
forma muy natural, poco intrusiva lo que le ayuda a expresarse con
libertad.
Motivación para el Aprendizaje y la Escuela
Dibujos bien proporcionados enriquecidos con algunos detalles (ver dibujo).
Las caras suelen representarse con grandes ojos, hay expresión, el
cuello suele estar presente. El dibujo está bastante centrado y ocupa
buena parte del papel. Brazos abiertos y piernas bien definidas. Caras
sonrientes, elementos extra como pequeños animales (caracoles,
mariposas...).
Problemas de relación social o con sus iguales
Brazos pegados al cuerpo, expresión triste. La figura puede
mostrarse indistintamente grande o pequeña.
Grande cuando se vive la situación como agresión hacia uno mismo y hay
que responder o plantar cara. Pequeña cuando el sentimiento es de
indefensión, temor o incapacidad. (Ver dibujo que aunque es de 10 años vale como ejemplo)
Déficit atencional. Impulsividad
Dibujo desorganizado. Normalmente a mayor déficit atencional menor
capacidad para estructurar un dibujo global. El niño preferirá dibujar
pequeños objetos inconexos de diferentes temáticas y formas. Poca
definición, pobreza de detalles. Objetos irreales o muy distorsionados.
Cuando coinciden déficit atencional e impulsividad el dibujo pasa a ser
más una descarga tensional que una actividad placentera. El niño
dibujará sólo elementos de su interés y tenderá a ocupar todo el espacio
del papel con pocas formas mal dispuestas.
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